María tiene tres hijos: Hilda, Luis y Sofía; su vida es rutinaria, ella la vive casi como una autómata, pues está en depresión, ella se da cuenta que sus hijos sólo la ven como la que les resuelve los problemas, Edgar, su marido, apenas voltea a mirarla, cansada de esa vida y monotonía decide quitarse la vida. Edgar la descubre tirada en el baño porque regresa de la oficina por una usb que dejó olvidada, así que la lleva de inmediato al hospital. María ya en el hospital tiene la conversación con un psiquiatra que le recomienda internarse en una clínica para recibir ayuda. Llega a casa de María su mamá, la abuela Rebeca, a apoyar a Edgar con los niños, pero su carácter duro, firme y frío hace que los niños la rechacen; así que Edgar le pide a Rebeca que se vaya pues él va a llevar a alguien para que cuide de sus hijos, es así como llega Adriana, una chica además de ser atractiva, es dulce y cariñosa con los niños, a quienes se los gana inmediatamente y los tres chicos la empiezan a querer. El día que va a llegar María de la clínica sus hijos se esmeran en darle el mejor recibimiento, pero María se paralizará de coraje cuando vea que Edgar metió a su amante a su casa. La cordura de María estará en duda, sobre todo cuando se dé cuenta que Adriana esconde sus malas intenciones detrás de una sonrisa.