Para el piloto, su ciclomotor lo es todo. Como repartidor de pizzas, es su medio de vida. Como padre inmigrante, es el ancla de su familia. Lleva a su mujer al trabajo. Lleva a su hija al colegio. Así que cuando una noche le roban el ciclomotor, su mundo se derrumba. Tiene que recuperar su moto -o sustituirla- como sea, antes de que empiecen sus próximos turnos. Si no lo consigue, no sólo perderá su trabajo, sino que lo perderá todo. Intenta pedir ayuda a las pocas caras conocidas en esta ciudad desconocida. Sin embargo, a medida que se le acaba el tiempo y sus opciones se agotan, su brújula moral empieza a resquebrajarse y cada vez está más dispuesto a renunciar a su conciencia para salvarse a sí mismo y a su familia.