La familia de Ana abandonó Cuba en una balsa, pero ella decidió quedarse. Ernesto, en cambio, lleva años intentando irse del país con su escueto equipaje. Ambos se conocen cuando Ernesto acude al policlínico donde ella trabaja. Aunque cada uno encuentra en el otro lo que le falta, son conscientes de que los caminos que han elegido los separan de manera irremediable. A pesar de ello, no pueden evitar enamorarse profundamente, tanto que no pueden vivir el uno sin el otro.