Tom tiene 28 años y está destinado a seguir los pasos de su padre en el sórdido y a veces brutal negocio inmobiliario. Pero, gracias a un encuentro casual, concibe la ilusión de que puede llegar a ser, como su madre, un pianista. Con gran determinación, comienza a prepararse para una audición con una virtuosa pianista china. Como ella no habla ni una palabra de francés, la música será el único medio de comunicación entre ambos. En estas circunstancias, su trabajo diario le resultará cada vez más sórdido e insoportable.