El Piamonte (Italia), siglo XIX. En Turín, el sacerdote Don Bosco, un hombre procedente de una humilde familia campesina, se entregó total y apasionadamente a la tarea de recoger de las calles a los chicos marginados y cuidar de ellos. No sólo los sacó de la pobreza, de la ignorancia y del desamparo social, sino que consiguió que, por primera vez, se sintieran amados. Luchó con una fe y un tesón extraordinarios para vencer los obstáculos e insidias que, tanto las autoridades civiles como las eclesiásticas, pusieron en su camino para impedirle culminar su objetivo: la fundación de la Congregación de los salesianos, que garantizaría el futuro de sus chicos.